Detener al fracking: ¡La unión hace la fuerza!
Según muchos expertos y funcionarios gubernamentales, debido a la sobreexplotación de los yacimientos de petróleo y gas natural, el mundo se ha quedado sin los hidrocarburos más fáciles de extraer, de mejor calidad, y cuyos yacimientos están más cercanos a la superficie[2].
Ello ha dado paso a la fractura hidráulica (fracking en inglés), una técnica empleada para explorar y explotar hidrocarburos de difícil obtención como el gas y petróleo de esquistos (un tipo de rocas). Sin embargo, al ser una técnica experimental[3], el fracking implica riesgos muy altos para la salud de las personas y el ambiente. ¿Qué podemos hacer al respecto?
AIDA, al igual que otras organizaciones de la sociedad civil e instituciones, trabajamos para generar información y debate, y unimos esfuerzos para evitar los impactos negativos del fracking en América Latina.
Los riesgos del fracking
El fracking consiste en taladrar verticalmente bajo tierra (de mil a cinco mil metros) y luego horizontalmente (de mil a cuatro mil metros), e inyectar un fluido (una mezcla de agua, arena y químicos contaminantes) a muy alta presión para fracturar las rocas que contienen hidrocarburos de difícil acceso y así liberarlos[4].
Se ha evidenciado[5] que entre los riesgos de impactos graves e irreversibles asociados al fracking están:
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El uso intensivo de agua.
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La contaminación del aire y de fuentes de aguas superficiales y subterráneas.
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Daños a la salud de las personas (nacimientos de bajo peso y con defectos congénitos, incremento de deficiencias cardiacas congénitas, malformaciones, alergias y otros) y de otros seres vivos.
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Las emisiones fugitivas de metano con un potencial de calentamiento 25 veces mayor al del dióxido de carbono.
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La generación de sismos.
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Afectación de actividades de subsistencia como la producción agropecuaria.
En contra y a favor del fracking
Ante esos riegos y la falta de información suficiente sobre el alcance de los impactos y cómo prevenirlos, países como Francia, Bulgaria, Irlanda y el Estado de Nueva York en Estados Unidos, le han dado la espalda al fracking, prohibiéndolo o declarando la moratoria del mismo en sus territorios.
Otros países, por el contrario, están dando pasos decididos para explotar hidrocarburos no convencionales a través de esta técnica. Lo están haciendo con poca o ninguna información sobre sus impactos, y en ausencia de procesos adecuados de información, consulta y participación de las comunidades. A continuación les presento unos ejemplos del avance del fracking en América Latina:
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México le abrió las puertas al fracking a través de la Reforma Energética de 2013. En ese país se perforaron 20 pozos con esa técnica hasta 2014.
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Argentina posee la mayor presencia de operaciones de fracking en la región, y lasmayores reservas de gas de esquisto del continente americano. Hasta 2014, existían allí más de 500 pozos de fracking en las Provincias de Neuquén, Chubut y Río Negro[6], incluyendo pozos perforados en Auca Mahuida, área natural protegida, y en territorios indígenas de mapuches.
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En Chile, en 2013, la empresa estatal ENAP perforó un pozo de fracking en la Isla de Tierra del Fuego y produjo gas natural. Se tienen previstas nuevas perforaciones en los próximos años.
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Colombia y Brasil han realizado licitaciones públicas y suscrito contratos con empresas petroleras para la exploración y explotación de hidrocarburos no convencionales a través del fracking.
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La empresa estatal petrolera de Bolivia suscribió en 2013 un convenio con su par de Argentina para estudiar la potencialidad de hidrocarburos no convencionales en territorio boliviano.
Unidos es mejor
En octubre de 2014, con la facilitación de AIDA, se conformó el Grupo regional para la generación de información, la articulación de esfuerzos y la incidencia con relación al fracking. El Grupo busca contribuir a que el derecho a la vida, la salud de las personas y un ambiente sano sean respetados en América Latina.
La idea partió de iniciativas previas de coordinación regional promovidas por el Observatorio Petrolero Sur y la Fundación Heinrich Böll.
Actualmente, el Grupo está integrado por 26 organizaciones de la sociedad civil e instituciones académicas de siete países de la región. Su estrategia de trabajo prioriza las siguientes acciones:
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Hacer un diagnóstico que identifique las operaciones de fracking en la región, sus impactos y comunidades afectadas, y las estrategias para detenerlas desde la sociedad civil.
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Organizar seminarios virtuales y presenciales de capacitación sobre los impactos de esta técnica.
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Desarrollar estrategias de incidencia para detener el fracking a nivel internacional.
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Realizar una campaña regional de comunicación sobre el tema.
El Grupo tiene como valor agregado la experticia de sus miembros, su visión regional y el apoyo institucional que brindará a las organizaciones de cada país. Dada su naturaleza plural, está abierto a la participación de nuevas instituciones y personas interesadas en el tema.
Logros importantes
Muchas organizaciones de la sociedad civil[7], pueblos indígenas, e instituciones de la región han desarrollado estrategias para generar información, sensibilizar a la población, promover el debate público, e incidir ante tomadores de decisiones para detener al fracking.
Sus esfuerzos han resultado en:
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Más de 30 ordenanzas municipales que declaran la prohibición o moratoria del fracking en municipios de Argentina, Brasil y Uruguay. Muchas de ellas se han basado en la aplicación del principio de precaución; y en la preservación de las aguas superficiales y subterráneas, la salud y vida de las personas.
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Resoluciones judiciales que suspenden la ejecución de contratos petroleros susceptibles de realizar fracking en cuencas petroleras de Estados brasileños como Sao Paulo, Piauí, Bahía y Paraná. Jueces han ordenado además que la Agencia Nacional de Petróleo de Brasil no realice nuevas licitaciones en las cuencas comprometidas hasta que los impactos ambientales y riesgos del fracking sean suficientemente conocidos en Brasil[8]. Esas decisiones judiciales han respondido a acciones promovidas por el Ministerio Público Federal de Brasil.
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Publicaciones sobre los impactos del fracking, sensibilización a comunidades y un proyecto de ley apoyado por más de 60 diputados nacionales y casi 20,000 personas para prohibir el fracking en México.
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Información sobre los impactos del fracking, sensibilización de la sociedad civil, y promoción del debate público en Colombia y Bolivia.
Estos logros nos animan a profundizar la articulación y el trabajo conjunto entre organizaciones. Estamos avanzando en los esfuerzos regionales para evitar los impactos del fracking en nuestras comunidades, y promover un futuro energético humano y renovable.
[1] Redactado con la colaboración de Víctor Quintanilla, escritor de AIDA.
[2] Cfr. Luca Ferrari, Pico del petróleo convencional y costos del petróleo no convencional, en: Impacto social y ambiental del fracking, Senado de la República. Alianza Mexicana contra el Fracking, México, 2014.
[3] Cfr. Eduardo D’Elia et al., 20 Mitos y realidades del fracking, Ed. El Colectivo, Buenos Aires, 2014.
[4] Cfr. AIDA, Fracking: Genero información, discusión pública y prevención de daños:http://www.aida-americas.org/es/project/fracking-generando-informaci%C3%B3n-discusi%C3%B3n-p%C3%BAblica-y-prevenci%C3%B3n-de-da%C3%B1os y Alianza Mexicana contra el Fracking http://nofrackingmexico.org/infografia/
[5] Cfr. Departamento de Salud – Estado de Nueva York, Revisión de la Salud Pública relacionada con la fractura hidráulica de altos volúmenes en el desarrollo del gas de lutitas, diciembre de 2014. La prohibición del fracking en el Estado de Nueva York se realizó el 17 de diciembre de 2014.
[6] Cfr. Eduardo D’Elia et al, 20 mitos y realidades del fracking, 2014
[7] En Argentina están organizaciones como el Observatorio Petrolero Sur, el Centro para los Derechos Humanos y el Ambiente (CEDHA) y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN); en Bolivia, la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA) y el Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB); en Brasil, la Asociación Brasileña de Fomento a las Pequeñas Centrales Hidroeléctricas, Greenpeace Brasil y la Fundación Oswaldo Cruz; y en Colombia, CENSAT Agua Viva, Corporación Reiniciar, la Red de Justicia Ambiental/AIDA, GLIP de la Universidad del Norte, y Ambiente y Sociedad.
[8] Cfr. EcoAméricas, febrero de 2015. Primeras concesiones de gas de esquisto en Brasil enfrentan obstáculos.
Entenda mais sobre o Fracking no Infográfico do escritório da Fundação do México, América Central e Caribe